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domingo, 6 de marzo de 2011

Cuando el pescado y la carne se convierten en lujo

ABANILLA
Aumenta un 25% el número de vecinos que dependen del Banco de Alimentos para llenar la mesa

JORGE G. BADÍA
Unas lonchas de mortadela, algo de jamón york, tres tomates, dos huevos y leche. Éste es el desolador aspecto que presenta la nevera de Carmen sin haber finalizado el mes, con su marido sin empleo, con el paro y el subsidio agotados pero, sobre todo, con seis bocas que alimentar. Entre ellas: la de la pequeña Ainoa de 3 años, José de 4, Carmen de 5 y su hijo adolescente, Juan. Es sólo una de las 238 historias de familias abanilleras que el próximo mes de marzo se beneficiarán de un nuevo reparto del Banco de Alimentos de Cruz Roja que gestiona en el municipio la Asociación Mujeres Rurales de Abanilla (Amura). En los últimos dos años, la organización ha registrado un incremento del 25% en las solicitudes de familias sin apenas recursos económicos en Abanilla, pasando de los 540 usuarios de 2009 a los 750 del ejercicio 2010. La previsión para 2011 es rondar las mil peticiones para algo tan básico como llenar la despensa.

Desde mayo de 2010, Carmen y Juan sustentan a su familia numerosa con 550 euros «en un mes bueno». Ella se dedica a limpiar casas y escaleras mientras su marido, Juan, «se marcha a las 6.30 de la madrugada y vuelve de noche de recoger chatarra por La Murada, Orihuela y Fortuna, acompañado de nuestro hijo que quiere trabajar pero tiene 14 años y deber seguir en el instituto hasta los 16». En una jornada buena regresan a casa con 20 euros. En una mala, con nada en los bolsillos. Su marido era vendedor de cupones de la ONCE en Fortuna pero, como no alcanzaba las cifras de ventas que fija la organización, lo despidieron.

En los últimos nueve meses no reciben ni el paro ni el subsidio de 426 euros, porque ya lo han agotado. «La asistenta social me dice que llevo un año sin sellar el paro y no tengo derecho a nada». Una situación que salvan gracias a que los tres pequeños, escolarizados en el CP Dionisio Bueno, se benefician de la beca de comedor. «¡Gracias a Dios!», exclama Carmen, dado el desahogo que supone para la economía familiar que los tres menores de la casa tengan 'el pienso' asegurado de lunes a viernes. Para ella, su marido y su hijo adolescente, la dieta es severa: «arroz hervido, pasta con tomate y una vez al mes, cuando cobro los viernes, compro un pollo porque el pescado es un lujo».

Para otras familias beneficiarias de este 'banco salvavidas' como la de Elisa el lujo no es sólo comer, es tener luz. «Hemos pasado dos meses con un camping gas y velas porque no podíamos pagar la factura de la luz y nos quitaron hasta el contador». En su casa son cinco bocas, tres hijos -uno de ellos con síndrome de down- y su marido prejubilado. Por suerte, sus hijos de 24 y 20 años han sido contratados recientemente en el polígono. Pese a todo con sus dos nóminas y la prejubilación de su padre sólo suman 2.026 euros mensuales, a los que descontar las letras dos préstamos bancarios y una hipoteca. «Cogemos de los huertos patatas y acelgas».

http://www.laverdad.es/murcia/v/20110228/comarcas/cuando-pescado-carne-convierten-20110228.html

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