VERTEDERO NO

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lunes, 24 de octubre de 2011

La clausura deja en el aire el destino de veinte mil toneladas de basuras

JORGE G. BADÍA | ABANILLA


Respeto teñido de miedo hacia Proambiente y el empresario Ángel Fenoll. Esto era lo que se respiraba en el Alto de Santa Ana el sábado donde centenares de vecinos de Abanilla, que celebraban el medio año festero, analizaban la resolución de la Consejería de Presidencia que ordena la suspensión de la actividad y el sellado del vertedero para las próximas tres décadas.

Un análisis que en la mayoría de los casos se hacía desde el anonimato «por temor a represalias porque esto es un pueblo». Ni siquiera trabajadores de la mercantil que asistían se atrevían a rebatir la resolución, que podría suponer la pérdida de los empleos ligados al vertedero.

Eso sí, los empleados de Proambiente y Colsur consultados, depositaban sus esperanzas «en las alegaciones para que se modifique la resolución». A nadie escapa que el cierre provocaría consecuencias económicas de enorme alcance no solo para Abanilla, también para el resto de la Comarca Oriental, Vega Baja y Orihuela, si se tiene en cuenta que, según fuentes consultadas, «Proambiente genera 110 empleos directos, 200 indirectos, además de un listado de 30 a 40 proveedores».

Sin olvidar otros sectores que, de forma indirecta, se benefician, como el restaurante Los Carrillos, que de lunes a viernes sirve comida a muchos trabajadores. «Le tiran al cuello a Ángel Fenoll, pero viven de él, en el polígono no hay faena y Proambiente da trabajo al 50% de Abanilla», argumentaba José Ignacio García propietario del restaurante «contrario» al cierre del vertedero.

ambién exempleados como José Luis Muñoz, defendían con vehemencia a Fenoll, «pagaba antes del día uno, allí se invierte en tecnología para reciclar porque antes enterraban las ruedas y ahora las muelen, Proambiente es trabajo para Abanilla». Otros rebatían el argumento ya que «la gente trabaja tres meses antes de las elecciones y ya está, pongo en duda los 110 puestos, además no respetan la ley y el cierre es lo que les ha tocado», mantenía Cleto Rubira.

Al margen de las ineludibles consecuencias económicas, el otro debate era la gestión de los residuos que llegan desde Abanilla, Santomera, Fortuna, Beniel, la Vega Baja u Orihuela, que no podrían ser depositados en las instalaciones.

Medio Ambiente contempla en su resolución que las 20.000 toneladas que generan anualmente Abanilla, Beniel, Fortuna y Santomera podrían ir «a las plantas de tratamiento de Cañada Hermosa, en Murcia, y de Ulea que disponen de capacidad para admitirlas». Ambas, gestionadas por Cespa, son definidas como «alternativa viable».

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