Publicado en La Opinión de Murcia (07/12/2011)
Doscientos vecinos cubiertos con mascarillas constatan que hay basuras, material sanitario, cuchillas y desechos electrónicos enterrados en fincas cercanas a la planta de residuos de Abanilla
E. G. B. Era un secreto a voces y ayer se tornó palpable para muchos vecinos de La Murada (Orihuela), una población que linda con la Región de Murcia: A muy pocos kilómetros de sus viviendas, tan pocos
que pudieron llegar andando los niños, hay bancales llenos de basura enterrada
ilegalmente que se está descomponiendo paulatinamente y generando filtraciones
contaminantes a los acuíferos y gases que no solo desprenden olores desagradables,
sino que quizás sean perjudiciales para la salud.
Estos vertederos ilegales están muy próximos a la Región de Murcia, concretamente
a la planta de tratamiento de basuras que se encuentra en Abanilla y de la que
es propietario el empresario oriolano Ángel Fenoll, que tiene una orden del Ejecutivo
murciano para que presente un proyecto de clausura y sellado de todos los vasos de
vertido en un plazo de tres meses y por un periodo de 30 años. Según Fenoll, este
documento «es un error».
Unas 200 personas, escoltadas por varios agentes de Policía, completaron una
particular ruta senderista que recorrió algunos de los puntos identificados como
vertederos descontrolados. En el camino, los organizadores se refirieron directamente
al «valiente testimonio» de un extrabajador de la empresa Proambiente, Roberto
Sebastián, que les ha contado que durante doce años manejó la pala con la que
se abría el terreno para enterrar la basura. Gracias a su versión se sabe que en
puntos como los visitados ayer se enterraron desechos de mataderos, ácidos,
galvanizados o neumáticos.
Cargados de un megáfono y protegidos de los olores y los gases con mascarillas,
los vecinos denunciaron que están ultimando reclamaciones judiciales y a las
administraciones en las que piden compensaciones, indemnizaciones, que
se restaure el estado natural del terreno y que se precinten urgentemente las fincas
en las que hay basuras que aún se desconoce si son contaminantes.
Contaminación por doquier
En una plantación de cítricos, los excursionistas pudieron detectar multitud
de desechos electrónicos y sanitarios triturados y mezclados con la tierra
(cargadores de móviles, envases de medicamentos, cuchillas, inyectadores de
insulina...). En otra finca, en la que intuyen que hay emanación de gases, hicieron
fotos y recogieron muestras de lixiviados que se analizarán en un laboratorio para
determinar el índice de contaminación y los posibles efectos para la salud.
Es más, las asociaciones aseguran que el departamento de Criminología del
Seprona de la Guardia Civil tiene constatado que «está totalmente contaminado
el subsuelo y los acuíferos» a raíz de los enterramientos. La ruta se apoyó, asimismo,
en fotos aéreas del Instituto Cartográfico que muestran los distintos cambios que
ha sufrido el terreno durante los últimos años.
E. G. B. Era un secreto a voces y ayer se tornó palpable para muchos vecinos de La Murada (Orihuela), una población que linda con la Región de Murcia: A muy pocos kilómetros de sus viviendas, tan pocos
que pudieron llegar andando los niños, hay bancales llenos de basura enterrada
ilegalmente que se está descomponiendo paulatinamente y generando filtraciones
contaminantes a los acuíferos y gases que no solo desprenden olores desagradables,
sino que quizás sean perjudiciales para la salud.
Estos vertederos ilegales están muy próximos a la Región de Murcia, concretamente
a la planta de tratamiento de basuras que se encuentra en Abanilla y de la que
es propietario el empresario oriolano Ángel Fenoll, que tiene una orden del Ejecutivo
murciano para que presente un proyecto de clausura y sellado de todos los vasos de
vertido en un plazo de tres meses y por un periodo de 30 años. Según Fenoll, este
documento «es un error».
Unas 200 personas, escoltadas por varios agentes de Policía, completaron una
particular ruta senderista que recorrió algunos de los puntos identificados como
vertederos descontrolados. En el camino, los organizadores se refirieron directamente
al «valiente testimonio» de un extrabajador de la empresa Proambiente, Roberto
Sebastián, que les ha contado que durante doce años manejó la pala con la que
se abría el terreno para enterrar la basura. Gracias a su versión se sabe que en
puntos como los visitados ayer se enterraron desechos de mataderos, ácidos,
galvanizados o neumáticos.
Cargados de un megáfono y protegidos de los olores y los gases con mascarillas,
los vecinos denunciaron que están ultimando reclamaciones judiciales y a las
administraciones en las que piden compensaciones, indemnizaciones, que
se restaure el estado natural del terreno y que se precinten urgentemente las fincas
en las que hay basuras que aún se desconoce si son contaminantes.
Contaminación por doquier
En una plantación de cítricos, los excursionistas pudieron detectar multitud
de desechos electrónicos y sanitarios triturados y mezclados con la tierra
(cargadores de móviles, envases de medicamentos, cuchillas, inyectadores de
insulina...). En otra finca, en la que intuyen que hay emanación de gases, hicieron
fotos y recogieron muestras de lixiviados que se analizarán en un laboratorio para
determinar el índice de contaminación y los posibles efectos para la salud.
Es más, las asociaciones aseguran que el departamento de Criminología del
Seprona de la Guardia Civil tiene constatado que «está totalmente contaminado
el subsuelo y los acuíferos» a raíz de los enterramientos. La ruta se apoyó, asimismo,
en fotos aéreas del Instituto Cartográfico que muestran los distintos cambios que
ha sufrido el terreno durante los últimos años.
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