VERTEDERO NO

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lunes, 4 de enero de 2010

ETAPA Jacobea CASTELLANO - LEONESA

FRÓMISTA - CARRIÓN DE LOS CONDES - PALENCIA - LEÓN.

Tras las fotos de rigor a la Iglesia de San Martín, con sus torres circulares, tan presente en mi recuerdo por su nombre y por las clases de Arte, inicio la andadura por las tierras palentinas de secano.

POBLACIÓN DE CAMPOS, REVENGA DE CAMPOS y VILLARMENTEROS DE CAMPOS interrumpen la rectitud del camino que circula paralelo a la carretera.

Charlo amistosamente por cerca de una hora con un paisano bohemio que vive en el último pueblo, donde por cierto se halla la Iglesia de San Martín de Tours. Hasta aquí el Camino no es duro, sino aburrido, donde el paisaje nos muestra vastas llanuras escasas de vegetación. A lo largo del recto y raso camino se levantan pueblos prácticamente fantasmas, algunos con sólo 6 habitantes.

Llego a VILLAFRANCA DE SIRGA, donde visito su imponente Iglesia parroquial de Santa María la Blanca, junto a la medieval Plaza Mayor, donde casi todas las casas nos recuerdan su relevancia de otros tiempos. Hay referencias a la Orden Militar de los Caballeros Templarios en bares, restaurantes (Del Temple), y nombres de calles.

Almuerzo en un bar mientras un anciano me relataba sobre la importancia de un pueblo venido a menos, que tuvo 3 colegios (1 de hombres, otro de mujeres y otro de chavalines), secretario, alguacil y hasta alcalde!.-"pero hoy todo el mundo se va a CARRIÓN, porque nadie quiere ya trabajar el campo, ni el ganado; que, aunque el Gobierno subvenciona a 8.000 Pts por cordero, ya no tiene donde pastar y para estar encerrado comiendo pienso…"-

Continúo con mucha fortaleza, con velocidad, a CARRIÓN DE LOS CONDES. Allí me esperan para su visita: La Iglesia de la Virgen del Camino con una preciosa puerta románica, la Iglesia de Santiago de obligada visita, el Santuario de la Virgen de Belén y el MONASTERIO DE SAN ZOILO. Hoy hotel de 3* (con carajillos celestiales), el Ayuntamiento y el precioso puente sobre el río CARRIÓN; que da nombre a la importante población perteneciente a los Condestables del reino. Son las 4 de la tarde.

Camino dirección PALENCIA, hasta próximos pueblos donde tomar bus a la capital palentina, y desde allí tren a LEÓN.

Necesito acortar un par de etapas si quiero llegar a SANTIAGO. Y asistir de regreso a la celebración de la comunión de mi sobrino Pablo.

Consigo encajar estos puzzles en los horarios de transportes públicos y me hallo a bordo del tren cercanías PALENCIA - LEÓN, donde lo que relato ahora, me gustaría que fuera novelesco y no una experiencia real vivida por el que escribe:

Un amable joven sujeta las puertas estrechas del vagón, cuando entro con mi mochila. Se sienta en el mismo que yo. Pasa el revisor controlando billetes y continúa. A las 2 ó 3 siguientes estaciones sube un gitano desaliñado, de muy mal aspecto y fumando (vamos en vagones no fumador), con la mirada fija en el joven anterior, al cual se dirige.

El revisor que parece conocerlo le pide el billete y consigue cobrarle en efectivo. Se sienta frente al chico y ambos fuman cuando va subiendo el tono de las voces, formándose una gran bronca. Golpes, insultos y demás exabruptos comienzan a elevarse.

!me quiere matar, me quiere matar!,repite el joven, lleva un cuchillo, me quiere matar!
Salto para sujetar al más agresivo, dos señores mayores me ayudan a mantenerles a los dos juntos, contra los asientos, retorcidos, cuando veo la mano del desaliñado con un enorme cuchillo de unos 50 CMS. La golpeo. Cae el arma y la piso con fuerza, demandando más ímpetu para controlarlos. Me dirijo rápidamente al maquinista del tren, con el cuchillo en la mano, ante la estupefacción de todos los pasajeros. Le doy las nuevas y para el tren. Viene a colaborar donde ya el revisor controla al gitano agresor. Llamada interna a seguridad y una invitación a que se bajen. El joven agredido está fuera de sí, ensangrentado, pero sólo por los golpes, gracias a Dios.

Mientras entra en otro vagón, el otro le increpa:! hijo de puta, te voy a matar! En la siguiente parada el revisor saca al gitano del tren que continúa gritando: !Estás muerto, a esta noche no llegas!

El temblor de piernas tras la bajada de adrenalina me deja como un flan. La impotencia y la estupefacción ante la situación vivida, poco a poco, me sitúan en el presente, dándome cuenta de que yo mismo podría estar muerto, o cualquiera de los pasajeros. ¡Me sobrecojo!

De esta guisa andaba, cuando la llegada del tren a LEÓN pareció relajar mi estado de ánimo. Pregunto por el Albergue Municipal, esperando que estuviera cerca de la Catedral, en el casco antiguo, que conozco muy bien; pero no es así.

Atravieso el larguísimo y concurrido paseo de Papalaguinda a orillas del Bernesga, pues se encuentra justo en la parte opuesta de la ciudad, junto a la gran Plaza de Toros.

El Albergue es un moderno edificio, muy bien preparado para peregrinos, sin horario de cierre (qué bien), con tragaperras que sirven todo tipo de bebidas frías y piscolabis, así como lavadoras automáticas de pago, televisión, biblioteca, etc...

Las habitaciones son de 6 personas, cosa que agradezco sobremanera.

Hace mucho calor, organizo el aseo y me relajo en el sofá, donde en una animada charla hago amistad con MARTIN, un alemán de 19 años y EDGAR un alemán emigrado a BRASIL, abogado dicharachero que arrolla con su jocosa personalidad.

NO ME PUEDO NI MOVER de cansancio, y abandono la idea de una visita nocturna al casco antiguo de León.

Llegar a SANTIAGO DE COMPOSTELA es algo seguro. Nada me puede parar...

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