El 22 de abril de 1970, más de 20 millones de estadounidenses pusieron de manifiesto la fragilidad del planeta y el desinterés hacia éste por parte de sus habitantes.
Dos años después se celebró la primera cumbre mundial sobre medio ambiente en Estocolmo (Suecia) y hoy se celebran 40 años de este paso para la humanidad
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La Tierra es un Planeta de nuestro sistema solar. Es un pequeño planeta que viaja incesantemente dando vueltas sin parar alrededor del sol, y además sobre sí misma.
En esa pequeña FERIA además de tiovivo y noria, hay coches de choque, colchonetas para saltar, incluso un Tren de la Bruja que nos mete un poco de miedo.
La Tierra se formó a base de millones de colisiones de trozos de materia estelar hasta alcanzar su aspecto actual. Pasaron miles de millones de años para que esto ocurriera. Unos protoplanetas chocaban con otros uniendo sus materias y formando protoplanetas más grandes que con mayor masa creaban mayor gravedad, mayor atracción de los cuerpos pequeños hacia los mayores.
La fuerza de la gravedad del sol era el director de orquesta que les hacía bailar. La expansión de esta galaxia provocó muchos choques de materia estelar y así se formaron Venus, Marte, la Tierra y todos los planetas de nuestro sistema.
Algunos protoplanetas estaban compuestos de unos elementos minerales, otros de otros y en esos accidentes gigantescos muchos elementos minerales y gaseosos se mezclaban, incluso formaban a otros que nacían al estar sujetos a temperaturas impensables o presiones inimaginables.
La LUNA no es sino el resultado de gran cantidad de materia resultante de un colosal choque de un protoplaneta con el planeta Tierra. Trozos enormes del protoplaneta rebotaron alejándose de la atracción terráquea, algunos volvía a colisionar de nuevo en la Tierra, pero otros al estar muy lejos orbitaban en vez de caer de nuevo y sus pequeñas fuerzas de gravedad les hacían atraerse, iban uniendose y chocando entre sí, teniendo mayor consistencia tras cada colisión. Una gran masa hasta alcanzar el aspecto actual.
Pero sólo en nuestra nave espacial de feria se produjeron las circunstancias idóneas para que se desarrollara la vida. Entre ellas encontramos variables imprescindibles como la distancia al sol que le hacía gozar de una temperatura asequible, una atmósfera gaseosa que se fue formando poco a poco y que le proporcionaba un escudo protector y una combinación extraordinaria de moléculas de hidrógeno y oxígeno que al unirse formaron el agua (a miles de millones de toneladas cúbicas vuela sobre nosotros en forma de nubes, recorre los túneles subterráneos como un metro colosal, se junta en ingentes masas formando Lagos, Mares y Océanos).
El agua, origen de la vida es muy anciana. Toda el agua que bebemos, la que vemos o imaginamos ya estaba en esta nave sideral llamada TIERRA hace una eternidad. No muere, no crece, pero seguro que sí se transforma. Habita en nosotros y con nosotros.
El agua ayudó a unas protobacterias inertes que esparcidas por los cielos y en connivencia con las variables citadas entre muchas otras, hallaron un lugar idóneo en el cual cesar su viaje y reproducirse. Y lo hicieron de tal manera que la evolución en ese proceso multiplicador ha creado las diversas formas animales y vegetales que conforman el aspecto actual de lo que llamamos vida.
Día a día increíbles hallazgos de la Ciencia nos demuestran que sabemos muy poco todavía.
La TIERRA no se queja, sólo viaja y ya está. Hace bien poco tras una visita por ASTURIAS tras la ingesta de una extraordinaria fabada, tuvo que expulsar ciertos gases que le ardían en su estómago y la salida fue por ISLANDIA. Medio mundo se paralizó unos días ante este hecho insólito y todavía seguimos buscando papel higiénico que no podemos hacer llegar al norte de Europa para limpiar el “desaguisado”
Su poder es tan grande que no somos capaces de imaginarlo.
A veces cuando sueña se marea y provoca tsunamis y terremotos que conllevan destrucción. A veces se equivoca de ruta en su diversión alrededor del sol y su temperatura queda afectada, inviernos pisan a veranos y primaveras avasallan a los otoños.
Las fuerzas gravitatorias de sus vecinos de sistema solar y las fuerzas gravitatorias de otras estrellas solares superiores al Sol irrumpen en un mundo desconocido por el Hombre; que en su absoluta pequeñez es capaz de echarle la culpa a los cocineros de las fabadas asturianas.
Un culpable es buscado para cualquier alteración del antiquísimo ciclo que la TIERRA vive. El Co2 ha estado condenado a muerte, pero poco a poco su inocencia se demuestra como el Gallo de SANTO DOMINGO DE LA CALZADA que cantó después de estar asado. Y se busca un culpable porque el CLIMA está cambiando y el Hombre que se considera a sí mismo la criatura perfecta, el éxito de la evolución de esas bacterias le quiere dar explicación y se atreve a elucubrar sobre el tema.
De pronto unos listos descubren y le echan la culpa al llamado efecto invernadero, otros más listos todavía dicen que ese efecto se produce por la concentración de ciertos gases nocivos en nuestro escudo protector, la atmósfera. Otros científicos más listos todavía dicen que uno de esos gases es el capitán de los malos y que además su avance es causado por el desarrollo industrial del hombre. Y el cúlmen de la inteligencia dice que ese efecto invernadero calienta al Planeta y que ese calentamiento es el culpable del CAMBIO CLIMÁTICO de la TIERRA.
PERO TODO ES MENTIRA. El Clima cambia, es cierto, pero a saber porqué. Seguro que condiciones extraterráqueas son las que lo provocan.
La TIERRA se ríe de estas pequeñeces humanas en su infinitesimal vida. En el minúsculo paso del tiempo que el Hombre pasa por su Corteza exterior.
Ha conocido tantos restaurantes en su eterno viaje por el espacio, que la discusión humana sobre uno de los ingredientes del menú de un bar de carretera le provoca inmensas carcajadas....
Después de sufrir todos los achaques habidos, y casi por haber, la TIERRA permanece inalterable. Los cataclismos graves ya pasaron hace miles de millones de años. El estar cubierta por gases, la sensación de pasar a ser sólida, el estar completamente helada, el estar totalmente desertizada, pasar por fríos imposibles y por calores insoportables. Por ahora sólo juega. Mueve sus fichas (los continentes) a su antojo en un divertido puzzle que no acaba, como barcos de papel en un charco. Crea océanos y seca otros, hace cordilleras y montañas altísimas con su “lego” particular, permite que sus juguetes animales y vegetales se desarrollen y los observa como a una pecera...
En tu día pequeñito te felicitamos Mamá TIERRA. Y sigue disfrutando. Y no se te ocurra preguntarnos nada, porque NADA SABEMOS.
O tal vez sí. Seguro que habría científicos interesados que serían capaces de demostrar la culpabilidad del movimiento eterno de expansión en el espacio por no haber probado el jamón de la Sierra de Aracena...
V.P.B.
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