4ª ETAPA SANTO DOMINGO DE LA CALZADA - BELORADO.
Desayuno temprano muy bien. Visito la ciudad tras hora y media de perfecta organización. La etapa anterior me enseñó mucho.
No hay que marcarse etapas u objetivos, porque el camino lo haces tú, y las circunstancias te hacen cambiarlo; y da lo mismo andar sufriendo que andar tranquilo, llegar a tal sitio o a tal otro. Hay muchos albergues en pequeñas poblaciones, que había atravesado raudamente, sin siquiera mirar mi guía, para poder informarme sobre su existencia.
Todo depende de ti, de tus fuerzas, de tu estado de ánimo, sin presiones… De manera que tomar un bus incluso, no sea obstáculo espiritual, ni moral, del éxito a conseguir, llegar a GALIZA. No volverá a ocurrir.
Realizo una minuciosa visita a la ciudad y a su gran catedral. Enfrente de la cripta con las reliquias de SANTO DOMINGO, se halla el curioso gallinero, que una pareja de gallo y gallina habitan por todo un mes, hasta su reemplazo por otros semejantes.
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Grandioso retablo y capillas góticas donde la imaginería barroca se muestra con profusión. Lugar donde tuvo lugar el prodigio más curioso del patrón riojano, ante la falsa acusación de un robo presuntamente cometido por un peregrino, que para demostrar su inocencia, llevado a presencia de Santo Domingo, la comparó al pollo asado que el Obispo iba a cenar, y tras sus palabras el asado pollo saliera volando y cantando, y que sus congéneres nos recuerdan en el santo lugar.
SANTO DOMINGO DE LA CALZADA que tantas obras, puentes y hospitales para peregrinos hiciera, que se ganó la fama arquitectónica y obró en bien de los caminantes a Santiago; siendo hoy el patrón, a su vez, de arquitectos y aparejadores riojanos.
Comienzo a andar con 2 peregrinos extranjeros tras mis pasos. En GRAÑÓN me avío un buen almuerzo en tienda de ultramarinos, para posterior deglución junto a la fuente y sombra de los árboles de la Iglesia parroquial de San Juan.
Proveo agua y manzanas y continúo hasta REDECILLA DEL CAMPO, primera población burgalesa. El camino hasta llegar aquí es infernal, muy hundido y roto por los tractores; pero sé que podré con todo, ¡llego al menos a LEÓN, seguro!
La rodilla se va portando bien, no sé si por los rezos y oraciones que voy mecánicamente recitando. Entre campos de trigo, cebada y patatas suelto una perorata al viento, agradeciendo a éstos la generosidad con que se comportan para sustentarnos a la especie humana, al darnos el grano casi sin esperar nada a cambio y sin quejarse de nada, al contrario del que les habla.
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Los singulares y variados cantos de tutubías, gafarrones, jilgueros, abubillas, mirlos, gorriones, verderoles, petirrojos y demás, son mi compañía sonora; a la vez que los graznidos de cuervos, urracas y grajos y los vuelos de cernícalos, mochuelos y falcónidos. A más del mayor ave de todas, el buitre.
Cuando crees que te abandonan las fuerzas, esa mariposa que te acompaña unos metros, o el curioso cuervo que te sobrevuela examinándote, te empujan a seguir. A veces, es el sabor fresco de un chicle de menta o la pequeña sombra de una señal de tráfico.
Me paro a refrescar en VILAMAYOR DEL RIO, que sorprende por la magnificencia en el nombre de sus cuatro calles (Real, Mayor, de la Iglesia, de Calderón de la Barca), en un minúsculo pueblo casi inhabitado.
Un poco a lo LABORDETA llego al destino de hoy, BELORADO.
Un pequeño almacén sin terminar sirve como refugio temporal en no muy buenas condiciones, regentado por la francesa Marie Noel, que se extraña de mi tardía llegada, son las 20.00 H.
Oigo el final de la Misa del Peregrino y ceno unas tapas en la bonita plaza mayor, donde nombres como CAJA CATÓLICA DE BURGOS y constantes referencias a JOSÉ ANTONIO PRIMO DE RIVERA en calles, monumentos o plazas, me recuerdan la Capitanía de Burgos.
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