El humo en el suelo, el agua en el cielo...
El niño Nani sigue aventurando sus predicciones meteorológicas por los métodos naturales que su conciencia ha creado. Ya acertó en una ocasión de una terrible granizada y los vecinos del pueblo le creen a pies juntillas.
Tras la pertinaz sequía la pregunta al niño es siempre la misma, ¿cuándo lloverá? Él les responde sin titubeos, el humo en el suelo, el agua en el cielo.
El Nani se deja ver poco por el pueblo porque su cuidador lo mantiene bien atareado con faenas extrañas, allá por las ramblas...
Mientras tanto su día a día trascurre entre adelfas, carrascas y sus pequeñas trampas de gafarrones y jilgueros. Ha conseguido crear un lazo especial para los lagartos de tamaño medio que es una revolución en las artes tramperas. Por las noches los despelleja y desmiembra a la luz de la hoguera.
El resto de los niños no juegan con él nunca, su suciedad les asusta. Sus comentarios le hacen ser causa de respeto. Hoy les hablaba del color de la humedad. El olor le corregían los niños, pero él se entrometía en disgresiones del color de la tierra que está junto a los cauces de las aguas subterráneas, les explicaba qué color producía la humedad, que se podía olfatear a cientos de metros, y que cerca de ella, cómo se podía atrapar a esas enormes ratas de campo que excavaban sus madrigueras, igual que los conejos y las liebres...
Vive en una cueva en la ladera de la rambla, captura libélulas, charates y gusanos que vende como cebos a los pescadores ocasionales del cada vez más seco riachuelo y vive en soledad, feliz, comulgando día a día con su particular naturaleza...
Su mascota es una urraca a la que llama “Milana Bonita” que le sigue a todos lados. Sobrevuela su cabeza como una corona alada.
El Nani recuerda su época en que vivía en familia junto a su abuela. La recuerda hablando ella sóla durante cinco horas con el cadáver de su abuelo. Más tarde sería ingresada en un sanatorio (para gente que habla sóla dice el Nani).
Su abuelo paterno le enseñó las artes de la caza y siempre andaba preocupado con las evacuaciones matinales bajo los árboles para conseguir una salud duradera. Siempre le hablaba de la llegada en su librillo de papel de fumar de esa Hoja Roja que anuncia el fin...
Recuerda a un cazador del pueblo que le decía siempre que la sombra del ciprés es realmente alargada a la puesta del sol, y le contaba cosas de tierras lejanas allende esas guerras.
También le gusta hablar con su milana de las cosas que la vida pone en su Camino...
La caza es su vida, la tierra su hogar, la Naturaleza su religión y no entiende de ecologías baratas...
VPB
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