El hecho había sido cometido en el límite de la jurisdicción legal de dos comunidades autónomas. Agricultores habían tomado al asalto el cauce de ramblas y vertientes naturales. La fauna, la flora del lugar estaba siendo afectada y era imprescindible poner una multa ejemplarizante. Uno de los empresarios agrícolas era bien conocido en el organismo público por malversación. La corrupción era su estela y sin embargo se movía por los despachos con mucha libertad.
Asociaciones y movimientos ecologistas toman parte en el asunto para evitar que el espectro del ladrillo, la construcción, acabe de arruinar estos maravillosos parajes naturales. El morbo popular por ver si la sanción impuesta tenía consecuencias era grande, pues todos sabían que lo siguiente,
en su defecto, sería construir sobre esos débiles microsistemas que enriquecen el alma de bichos y humanos, donde curiosas variedades de plantas, insectos, reptiles y pequeños mamíferos encuentran su hogar.
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