Mañanas excursionistas de sábado… LA RAMBLA SALADA desde LAS VENTANAS…
Unos amigos salimos ayer a hacer la ruta de la Rambla salada, pero desde LAS VENTANAS hacia arriba, hacia el Hondón y La Umbría. La belleza del lugar es muy superior a la de la zona baja. La RAMBLA SALADA se muestra en todo su esplendor en esta área mucho menos visitada.
LAS VENTANAS se nos muestran como la espina dorsal de un colosal y antiquísimo dinosaurio. Las hoquedades y porosidad de la roca que la forma le dan su nombre, son ventanas entre la piedra. Desde allí bajamos hacia la Rambla a la altura del primer manantial salado e iniciamos su zigzagueante recorrido. Pozos circulares bien profundos dan muestra de las pruebas para extracción de minerales hace años. El manantial de agua de la Rambla aparece como parte de magia desde el subsuelo rocoso, y tras el Berrón Negro y la zona de nuevas pozas o piscinas (una enorme mole de piedra negra que es necesario subir escalando) se muestra el desfiladero, el cañón de la Rambla salada en su plenitud.
El regato del agua de la Rambla aparece y desaparece caprichosamente, como el Río Guadiana, se filtra entre la tierra de grava y de nuevo vuelve a aparecer en la parte arcillosa. Desde el manantial principal salado, el agua que nos acompaña es dulce, fruto de las últimas lluvias que siguen siendo molécula a molécula escurridas desde las faldas de las sierras
Pequeñas vertientes y otras ramblas que bajan desde la sierras desembocan en ella. Pero la Rambla Salada es la protagonista, tras algún kilómetro de continuas curvas a uno y otro lado, el ensanche natural entre las sierras aparece. Una zona de pinos se asoma a la rambla y le da colorido antes del nuevo estrechamiento de la rambla; una auténtica pared impide el paso al excursionista. El grupo montañero albaterano diligentemente ha dispuesto en la roca de unos escalones de hierro para los más atrevidos. Si has llegado hasta aquí te mereces un rico almuerzo en un paraje sin igual. Donde el silencio se escucha. Los sonidos del monte son perceptibles. Las rapaces nos sobrevuelan curiosas y el AGUDO se deja ver por su vertiente oriental tímidamente entre las sierras.
Hasta ese momento huellas de jabalíes acompañaban nuestros pasos por las húmedas orillas.
El regreso lo hacemos por otra ruta, desde lo alto. Divisando los cerrados ángulos que la rambla forma y por los que anduvimos anteriormente. Vamos por los cerros de la SIERRA, y bajamos por antiguas sendas procedentes de la cantera de pórfidos. La altura permite que la espléndida panorámica sea un privilegio. El campo de la Murada se muestra en su totalidad y nuestra RAMBLA SALADA baila sinuosamente como una danzarina oriental bajo nuestras narices. El vuelo de un pequeña águila introduciéndose por el desfiladero es una de nuestras últimas visiones
ES LA BELLEZA EN ESTADO NATURAL.
SON LOS SONIDOS DEL SILENCIO.
LOS ANIMALES EN LIBERTAD.
Unos muradeños
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