VERTEDERO NO

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jueves, 17 de septiembre de 2009

Otra etapa andarina jacobea...

BELORADO - ATAPUERCA.
Salgo muy temprano y tras un frugal desayuno, camino alejándome del pueblo; ante la ausencia de bares y abrigado por frondosos árboles, procedo a evacuar humeante montón sobre la húmeda hierba de la mañana, ante la concurrencia de unos 10 peregrinos que caminan en grupo, en silencio. Sin mirarme, agachando sus cabezas, me hacen ver que no elegí el lugar más adecuado para estas deposiciones, por muy mañaneras que fueran.
Ja, ja, ja… (Fue una de las mayores vergüenzas sentidas en mi vida)

Comienzo con mucha energía y la primera parada la hago a los 8 Km. para fumar un cigarro y contemplar la Iglesia parroquial del pequeño pueblecito. Sentado en un banco charlo con un argentino-alemán que me inquiere sobre José Antonio y la falange española, donde intento explayarme, con mis pobres conocimientos.

Continuando la ruta, llego a VILLANUEVA DE MONTES DE OCA, donde una amable mesonera me hace reponer fuerzas. Muchas proteínas, para afrontar el puerto que se avecina, LA GRAJERA.

Siempre en continua ascensión, me hallo en un incomparable sitio con cumbres nevadas frente a mí: FRESNEDA DE LA SIERRA.

Mientras, siento la Naturaleza en libertad, sin aditivos, sin ruidos contaminadores, en su lado más profundo… el canto del cuco y los chichipanes me hacen disfrutar del momento cuando llego a un manantial natural que me invita a hacer una prolongada parada.

Robles y fresnos que parecen muertos, sirven de morada a musgos y hongos que campan por sus fueros en una grande colonia. La subida se va haciendo infernal, a la vez que preciosa, por un camino entre bosques.

No tengo la mínima idea de cuál será el próximo punto de civilización, sigo torpe a la hora de planificar lo mínimo; tanto me sorprende todo y de manera tan placentera, que hasta el sufrimiento tiene connotaciones positivas.

Se hace de rogar la llegada del siguiente pueblo, mientras sigo atravesando el camino-cortafuegos interminable, entre bosques de pinos, con los omnipresentes jilgueros alegrando mis pasos, revoloteando e intentando aliviar su calor.

Un rico lugar con hierba corta y sombra acogedora me hacen disfrutar tumbado, oyendo los sonidos del bosque…

Un peregrino brasileño que pasa al lado envidia mi postura tumbada mirando al cielo, gozando del fresco, como en el mejor oasis del más crudo desierto.

Mientras camino, el sol, golpeando mi cuerpo, hace que busque las sombras de las copas de los pinos, que me tapan en ocasiones sólo pies y a veces oscurecen hasta media pierna. Hasta esos pequeños alivios se agradecen mientras caminas.

Pierdo la conciencia de lo recorrido, y más que andar, mi cuerpo alicaído prosigue bajo el sol, cuando noto que comienzo a bajar y se adivina el fin del bosque de pinos.

Una imagen divina se advierte a lo lejos, es SAN JUAN DE ORTEGA, mi objetivo de esa etapa. Y sólamente son las 3.
El pueblo formado por 4 importantes edificaciones: Iglesia, Monasterio, Albergue e instalaciones religiosas, hace honor al Patrón burgalés, colaborador del de La Calzada en construcciones favorecedoras de peregrinos, como Puentes, Iglesias y hospitales, que en su día fueron regentados por diferentes órdenes monacales y militares, que protegían tramos del camino de bandidos y demás peligros, a la vez que ofrecían cobijo y comida.

Es este santo, patrón a su vez, de arquitectos y aparejadores, pero ahora burgaleses. En su Iglesia se da el fenómeno curioso del rayo de luz que el 21 de Marzo y el de Setiembre de cada año, ilumina la faz de la Virgen, dando gran claridad al sombrío templo. Se conoce como milagro equinoccial, que nos ilustra sobre el conocimiento exhaustivo de tierra y astros, y el saber constructivo de esos tiempos.

Visito la cripta con los restos del patrón y me relajo en la frescura del ambiente de la oscura Iglesia. Un gran grupo, que parecen venidos en autobús, coloca todas las sillas del lugar bajo un gran árbol, mientras entonan cánticos religiosos; se disponen a participar en una improvisada Misa oficiada al aire libre por el Párroco de SAN JUAN.

Gran parte de los peregrinos (ninguno español) que anduvimos este día, se quedan aquí. Es fácil de adivinar quienes son, al mirar sus chanclas y calzado de descanso, así como cervezas alzadas y animadas conversaciones entre risas.

Decido continuar tras un refrigerio, a la vecina !ATAPUERCA! Sólo 6 Km., que me veo hechos después del sufrimiento en las alturas.

Me alejo de la religiosa aldea y ando sobre una gran planicie cubierta de tartas de vacas que me hacen alejar la idea de echarme sobre ella.

A mi derecha se ve la Cordillera Cantábrica con cumbres nevadas, que contrastan con el caluroso día.

Me hago paso entre unas perezosas vacas que rumian tranquilamente ocupando todo el camino. En AGÉS, de nuevo soy advertido de ser un extraño, por un gran perro labrador canelo, que me increpa ante la pasiva mirada de su amo y que me hace dudar mientras cejo un paso; gesto que invita al fiel can a agredirme y me obliga a echar el resto con mi gorra de solapa por única arma o utensilio intimidador, que surte su efecto, amedrenta al perro y provoca mi ira hacia el paisano pusilánime.

Continúo a ATAPUERCA, descansando en un antiguo puente que da fe de las obras de los citados santos. Más cereales y encuentro con la llamada piedra (como monolito) FIN DE REY, que conmemora la derrota o victoria, según desde qué lado se mire, del rey navarro ante las pretensiones castellanas en la batalla que nomina al pueblo. Es muy bonito, con su particular Iglesia dominando el cerro donde está construido.

Me alojo en el albergue (5 euros), donde un aventurero que aparece fotografiado junto al periodista De La Quadra Salcedo, nos inscribe e informa de horarios y lugares (plena libertad por primera vez otorgada por este viajero-hospitalero al disponer de información).

Es sábado y estoy satisfecho de mi jornada y de cómo van las cosas.

Me doy un lujo en la cena en compañía de un sevillano afincado en Benidorm, que exhibe en su camiseta publicitaria de un maratón, su procedencia.

Bebemos y charlamos con tranquilidad, parsimonia, y además en castellano. Lo echaba de menos. Parecemos extraterrestres entre los paisanos bien vestidos que gozan del fin de semana con voces alteradas por el alcohol y las delicias gastronómicas del fuego y brasas. A dormir en "LA HUTTE" (la choza, o la cabaña).

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