A UN INMIGRANTE CON DERECHOS
Eran aproximadamente las cinco de la madrugada, en un paraje del campo muradeño, cuando una patrulla de la Policía Local trataba de persuadir a un grupo de inmigrantes para que dejaran de espantar, con su música al máximo volumen, a todo bicho viviente en un radio de quinientos metros, vecinos del género Homo incluidos. En un momento del diálogo, por llamarlo de alguna forma, uno de los foráneos gritó: ¡Tenemos nuestros derechos!. A este caballero van dirigidos los próximos comentarios.
Efectivamente, tienes tus derechos. Gracias a que te hemos recibido en España tienes derecho a una Sanidad gratuita .... pero que pago yo, porque el monto de tus cotizaciones a la Seguridad Social, si es que has cotizado algo, no llegaría ni para aspirinas, mientras que yo llevo toda la vida pasando por ventanilla. Tienes derecho a que tus hijos disfruten de una escolarización también gratuita, pero que, de nuevo quiero recordarte, he pagado yo. Tienes, además, y entre otros muchos, derecho a prestaciones y ayudas para que, en caso de encontrarte sin trabajo, puedas vivir con dignidad, y que como todo lo anterior, salen de mi bolsillo. Probablemente estas ayudas son las que te permiten pasar toda la noche, hasta el alba, noche sí y noche también, moviendo el esqueleto en esa pseudodiscoteca mientras duermes durante el día, cosa que los autóctonos no podemos hacer porque hemos de trabajar para comer, y de paso dar parte de nuestro sueldo a Hacienda y a la Seguridad Social, que son las encargadas de prestarte todos esos servicios.
No sé de qué país procedes, pero es muy posible que allí todo esto sea un lujo, ya que por algo lo has dejado y te has venido a estas tierras que te han acogido con los brazos abiertos.
Ahora quiero recordarte que los aborígenes de aquí, aparte de la obligación de pagar tus gastos sanitarios, de educación, de ocio y un largo etcétera, también tenemos nuestros derechos, y el primero de ellos es el de que se nos respete, de la misma forma que nosotros te respetamos a ti. Si quieres divertirte no te lo va a impedir nadie, pero tienes infinidad de sitios legales donde hacerlo, en lugar de emitir miles de watios de sonido desde una cochinera troglodítica, impidiendo el descanso a los vecinos y, encima, exigiendo tus derechos. Derecho ¿a qué?, ¿a molestar a todo el mundo?, ¿a comportarte como un energúmeno sin sentido de la educación, el respeto y la convivencia?.
Flaco favor haces a tus compatriotas, esos que están integrados en la sociedad muradeña y a los que sentimos como paisanos, sin fijarnos en sus rasgos físicos, ni en su acento vocal, ni en sus peculiaridades costumbristas. Por suerte para todos, tu caso y el de tus colegas de juergas y saraos es algo excepcional que no representa a nada ni a nadie, y menos tiene que ver el hecho de que seas inmigrante, porque maleducados los hay en todas las latitudes del planeta. Pero es que me hizo muy gracia que exigieras TUS DERECHOS ante las autoridades de un país que te ha dado TODO lo que no encontraste en el tuyo.
Antes de terminar quiero que reflexiones sobre tu comportamiento en el futuro, porque actuaciones como la tuya pasada son las que avivan el fuego de la xenofobia, haciendo pagar a millones de justos por los desmanes de un puñado de desmadrados.
Saludos desde Los Randeros.
1 comentario:
Creo que sobran los comentarios..... lo malo, es que casos como este que se relata, los hay a cientos,y lamemtablemente nada podemos hacer, porque : -Como tienen sus derechos....!!!-
Saludos
Publicar un comentario