El ángel del cielo vuelve a visitar nuestro presunto pueblo decorando a los árboles cítricos con florecillas blancas desprendedoras de un agradable olor.
Y es una época maravillosa para disfrutar de LA MURADA, de su campo, de su entorno natural. Los millones de árboles limoneros, mandarinos, naranjos y pomelos nos agasajan con su estela perfumada de ámbar, de néctar de los dioses. Por unos días la pútrida olor proveniente del Vertedero se disimula con la belleza sensorial que nos ofrecen nuestros huertos.
Los almendros se muestran con color verde ahora y contentos de alegría nos enseñan los cientos de pequeños frutos que maduran dia a día entre sus renovadas ramas. Las higueras lucen un sombrero verde muy juvenil. Los algarrobos se encuentran pletóricos de vida y las habas, cebollas y alcachofas viven su mejor momento..
Brotes, flores, y más brotes es la pauta general que siguen las especies vegetales en esta época y es un gozo poder sentirlas día a día. La explosión primaveral nos convierte a los vecinos muradeños en unos privilegiados por la cercanía a este premio mundano y terrenal.
VPB
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