A su ingreso a Jerusalén Jesús acude con sus discípulos a Betania, hogar de Lázaro, a quien había resucitado según las escrituras bíblicas. En dicho lugar, el retornado a la vida y sus hermanas Marta y María ofrecen una cena al Hijo de Dios. En este evento, la última toma un perfume de nardo muy costoso con el que unge los pies y enjuaga la cabellera del Nazareno, llenándose de dicha el hogar.
Es entonces que Judas Iscariote pregunta por qué no se vendió tal aroma para donar el dinero de la transacción a los pobres, a lo que Jesús contesta “déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tienen”.
Conocidos de la presencia de Jesús, un grupo de judíos acude hasta Betania no solo para conocer al Mesías, sino también ver al retornado del mundo de los muertos, Lázaro.
El Lunes Santo también recuerda el pasaje de Jesús echando a los mercaderes del templo del Jerusalén. Este día inicia propiamente la Pasión de Cristo.
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