Cara oeste
Ese pico milenario se presenta con muchas caras. Su subida puede resultar dificultosa o fácil dependiendo del lado que le busques. Abrupto y yermo por el Sur, o con una semiplanicie frondosa y verde en su cara Norte. Con grietas para profesionales en su corazón, o con un camino empinado pero tierno y cariñoso, asequible, por su contorno exterior.
Estación tras estación, año tras año, diversa fauna le acompaña y se alimenta y vive sobre él. A veces la nieve le recuerda y fabrica una blanca y helada bufanda alrededor de su cuello. La lluvia es una fiel compañera de viaje que provee del tesoro natural a aves, mamíferos, insectos y reptiles, a las plantas silvestres y árboles que pueblan su sotobosque. El calor es bien soportado quedando bronceado su cuerpo la mayor parte del año y cuando vuelan las hojas caídas una insinuante sonrisa se asoma en su yo íntimo.
El rocío acude a lavarle cada mañana; las nubes le acompañan cuando se encuentra triste, atándose con firmeza a su cumbre para mostrarle su fidelidad; los jabalíes cuentan sus chismes a las águilas y búhos reales de las novedades valenciano-parlantes de la vecina Barbarroja, y liebres, perdices, conejos, tordos, lagartos, culebras, ranas y demás amigos viven felices en un pacífico lugar en el que difícilmente se aprecia ruido alguno causado por el hombre.
El Agudo se ha convertido en un símbolo de unión para la gente de LA MURADA. Un lugar atractivo de excursión para nuestros vecinos de las poblaciones adyacentes, un refugio de paz y tranquilidad que observa cada minúsculo movimiento del vertedero de basura que le intimida y ofende...
VPB
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